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Mostrando entradas de febrero, 2021

JUEGO DE TRONOS EN BARAKALDO

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Sentarse es importante. Si lo será que desde antiguo los mandamases se han preparado suntuosos asientos para demostrar su categoría, aunque a veces esta resultara inversamente proporcional a la calidad de su asiento. Hoy, en tiempos más democráticos, los representantes políticos pugnan por una silla en las distintas cámaras legislativas, aunque más que descansar sus posaderas, lo que desean son los beneficios que les reporta, pues muchos de ellos bien que cobran solo por estar sentados. En uno de esos parlamentos, las Juntas Generales de Gernika, a Barakaldo se le asignó el asiento número 33 –ojo, la edad de Cristo- cuando se separó de las Encartaciones. Pero no son ese o el sillón de la Alcaldía los únicos asientos notables de Barakaldo. Una vuelta por nuestro municipio es suficiente para encontrar alguno de estos singulares acomodos para nuestro trasero y, además, sin tener que dar un mitin para ganarse el derecho a su uso. Ahí van unas cuantas fotos que así lo demuestran. Jardín Bo

BARAKALDO DECORADO

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Tú decoraste mi vida, decía Kenny Rogers hace cuarenta años, con su voz profunda. La misma canción en un tono no menos profundo debe ser el sonido que nuestro Barakaldo hace reverberar en la mente de sus munícipes, que aburridos de leer disposiciones y edictos, de vez en cuando se vienen arriba y deciden rociar con gotas de alegría alguno de sus más insospechados rincones. Hace unas semanas ya puse un menú de estatuas que forman parte de ese itinerario artístico. Hoy pongo otros motivos estéticos a modo de ejemplo (y por tanto recogidos sin carácter exhaustivo) en algunas fotos que he hecho, algunas esta misma tarde. Solo apunto una idea por si alguien con mano lo lee: que también en los barrios más “normalitos” se pueden añadir este tipo de elementos, si cabe con más necesidad.

BARAKALDO SELECTO. AÑO 2003.

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En esta entrada pongo la mayoría de las fotos del carrete que tiré un sábado por la mañana de comienzos de 2003. Era, sin saberlo, uno de los últimos carretes que iba a gastar en mi vida, ya que ese año compré mi primera cámara digital y la fotografía ya no volvió a ser lo mismo. Ahora no dudas en fotografiar un detalle a mínima gracia que tenga, pero en aquel entonces medías mucho la importancia de algo para que fuera digno de salir en una foto. Para indignidades ya estaba el fotomatón, nombre perfecto para un aparato diabólico que siempre te sacaba como si fueras un presidiario a punto de entrar en Basauri. Y con ese ojo especialmente sensible para el escrutinio de buenas estampas (inanimadas, ojo), recorrimos nuestra localidad hasta que se gastó el carrete. Y la conclusión que se saca de estas fotos es la que dijo un tío mío un día de boda, cuando finalizando la jornada felizmente, volviendo a casa pronunció con énfasis: “¡Pero qué bonito es Barakaldo!" Sí, estaba algo alegre

MILLE MIGLIA. ITALIA. 1955

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Si alguno de los que leen esto es cinéfilo (o un arriesgado cultureta) es posible que haya visto “Amarcord”, la película en la que Fellini volcó parte de los recuerdos (de ahí el título) de su infancia. En un momento dado, por la ciudad va a pasar la carrera llamada “Mille Miglia”, emocionándose todos cuando pasa Campari, el as italiano del motor. Esta carrera era una de las más sorprendentes que ha habido, pues recorría, en efecto, mil seiscientos kilómetros (casi mil millas) de una tacada, de Brescia a Roma (era fácil intuirlo por lo del refrán) y viceversa, pero todo el recorrido era por carreteras convencionales. En la época de la foto, los coches llevaban como número la hora a la que salían, es decir, que el de la foto salió a las 7:22 y llegó el primero, pues es el Mercedes (alemán) de Stirling Moss (británico) ganando aquella famosa carrera (italiana). No obstante, la mayor parte de las ediciones las ganaron los italianos, como el citado Campari, siendo los Alfa Romeo los que má

CARTELES DE NAVIERAS DE PASAJE

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Si el otro día ponía carteles de los transatlánticos más importantes de la historia, hoy voy a poner de navieras, las más importantes de las cuales fletaban esos elegantes barcos de pasajeros. Desde la más estilosa, la Cunard (propietaria de las Queens), o su rival White Star Line (la del Titanic), pasando por las francesas, italianas, alemanas… En cada cartel es el propio barco, generalmente, el que hace de reclamo, junto con una tipografía atractiva. Después de ver uno de esos bonitos afiches, ¿quién no hubiera querido montar en uno de estos buques? Por supuesto, en clase superior, y con Kate Winslet de acompañante (eso vosotros, que yo iría con mi esposa, ¡faltaría más!). Es que solo con escribirlo ya me están entrando ganas de ir mañana al gasolino a cruzar la ría hasta Erandio, que es lo que más a mano tengo.