LA HUELGA DE INQUILINOS EN EL BARAKALDO DE 1905

Aunque los físicos se inclinan por pensar que es imposible, corramos hacia atrás en el tiempo, sin acelerarnos demasiado (no vayan a ponernos multa) y no sin antes recoger las hojas del calendario que han quedado tiradas en ese traslado temporal, que no por ser ejercicio ficticio tienen que perderse las buenas costumbres. Pero mucho ojo, que podemos llenar la bolsa de reciclaje de papel, pues nos vamos a ir a bastantes más de mil meses atrás. Reconozco que mejor me hubiera parado en 2010, cuando todavía tenía suficiente pelo en la cabeza y poco en la espalda (ahora es al revés), pero no se trata de reconstruir mi evolución capilar, sino de acercarnos a un hecho histórico que no descubrimos, pero sí subrayamos por haber sucedido en nuestra localidad natal, Barakaldo. Afinando un poco más, nos vamos a detener concretamente en el día 16 de mayo de 1905, que, dicho sea de paso y con intención divulgadora, fue la fecha de nacimiento de Henry Fonda, dato que no afectará al posterior desarrollo de los hechos. Afortunadamente, aunque nos hayamos desplazado mucho en el tiempo, en el espacio no será para tanto. Por ejemplo, yo que vivo en la calle San Vicente sólo me tendría que mover hasta la calle San Juan, lo que no es sino un salto de calidad (de un simple mártir a todo un evangelista, que ahí es nada). 

Aquel día amaneció movidito, pues no en vano a la citada calle San Juan llegaron los guardias con la intención de desahuciar a un inquilino llamado Policarpo. Para mí, el nombre ya tenía que haber sido un atenuante y podían haberlo dejado en paz. Pensad que soy sensible al tema, ya que, aunque gasto como nombre un normalucho Iñaki, por ejemplo, mi abuelo se llamaba Osmundo y dos de sus hermanos Sindulfo y Honorio, sin ir más lejos. Vamos, que ha quedado en nuestro comportamiento familiar una enorme comprensión hacia quienes han sido bautizados con nombres de, digamos, fuerte carácter. No debía ser ese el caso de las autoridades policiales, que ya estaban poniendo a don Policarpo de patitas en la calle cuando, de repente, un denso grupo de mujeres, con el corazón enardecido y su voz como única arma (vamos, a base de chillidos) paró el desahucio. ¡Bien por la mujer de Barakaldo, de hoy y de siempre! ¿Se nota que esto lo va a leer la mía? Os preguntaréis si eran los oficiales unos pusilánimes o acaso temieran no volver a ligar en las fiestas de El Carmen. ¿Qué les dirían aquellas bravas? No está recogido en los escritos, pero en realidad sólo habían logrado un aplazamiento momentáneo, pues al de seis días los guardias lo iban a intentar de nuevo. ¡Tampoco en esta ocasión les fue posible! Usando sus propios muebles a modo de barricada, hombres y mujeres cortaron las vías y toda la calle San Juan y sus alrededores. Quizás azuzados por sus esposas, en Altos Hornos, nuestra principal industria, los obreros organizaron una huelga de enorme seguimiento. Una posterior “manifa”, secundada sobre todo por las mujeres y sus hijos, constituyó el punto álgido (iba a poner G) de los disturbios. Las autoridades, excitadas, decretaron el estado de guerra –sí de guerra– en el pueblo. Como veis, nadie se andaba con chiquitas en aquella época. Lamentablemente, la inevitable irrupción del Ejército y la Guardia Civil consumó el desahucio y restableció “el orden” en nuestra localidad. Supongo que después de eso se fumarían unos cigarrillos. Me imagino que Policarpo, por su parte, también estaría que fumaba en pipa. Echando humo, pues, acaba esta narración, ya que no he leído qué fue de él y su familia y, por tanto, poco más os puedo contar. Ya lo tendréis que leer en otra parte.


En esa casa naranja comenzó todo, aunque no sé si el edificio es el de la época o es una posterior construcción.

La calle San Juan con sus típicas casas obreras, lugar de los hechos.

Derribo en 1991 de las casas de la calle San Juan, vista desde el otro lado, más o menos en el punto en que sucedió todo.



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