EUROVISIÓN Y OTROS EFECTOS LATERALES
Quien niegue que ver el festival de Eurovisión en la niñez era un gran acontecimiento, mentirá como un bellaco. Ya de entrada, veías la tele de noche, lo que en las familias más formales (como la mía) no era algo habitual si eras niño. Y estaban las canciones, pero para los que nos gustan las estadísticas (yo leía todos los días estadísticas a los nueve años -lo que aumenta lo ilógico de la mencionada prohibición televisiva nocturna-), lo que más atracción tenía era el momento de las votaciones. ¡Cómo olvidar el mítico "guayominí" (que resultó ser Royaume Uni, es decir, Reino Unido en franchute), con el que nos sorprendíamos, año tras año. O la cara de Quijote que se nos quedó cuando Betty Missiego perdió con los traicioneros votos que se les dieron a aquellos que cantaban “Abanibiapoepé”. Finalmente, de Remedios Amaya hablaremos en otra ocasión. Dejamos la emotividad aparcada y nos centramos ahora en que hoy vuelve el famoso concurso de la canción a la tele. Dicen que los ...