ÁRBOLES DE BARAKALDO

Hoy empieza la primavera, lo que, además de traernos un mejor tiempo atmosférico, conlleva una explosión de vida en el reino vegetal, que bien que lo notan los alérgicos. Por eso, con su permiso, pues creo que las fotos no les afectan, traigo una colección de árboles que he ido sacando en mis andanzas para perder peso. Son de ejemplares significativos por alguna razón, que están ahí, quietitos y silenciosos, y a los que hoy quiero dar algo de protagonismo como en aquel programa de la tele que se llamaba “Voces sin voz”. Lamentablemente conozco poco de los vegetales. Me sacas de la lechuga y el pino y ya me empiezo a perder. También conozco el ciprés, pero no me gusta ir a los cementerios, así que hoy no veréis ninguno. De los demás, si alguno identifica la especie o puede corregir lo que yo ponga, será bienvenido.


Este es solo como portada, para arrancar con buen gusto.


Esta no le he hecho yo, obviamente. Sirve para recordar todos los excesos que se han hecho con el arbolado en nuestro pueblo. El chopo de Sanvi.


Este es singular por estar en un tiesto, tamaño Barakaldo.

Centenario y precioso ejemplar de conífera, que no me atrevo a identificar con más exactitud. Fundación Miranda.


Las palmeras de Murrieta, lo único que queda de las antiguas casas de los ingenieros de AHV.


Es Barakaldo pero parece el Manglar de Morrocoy, que tan bien conocimos con Félix Rodríguez de la Fuente. Así están cuando el pantano se llena. El Regato.


Este sé que es roble. Retoño del Árbol de Gernika. San Vicente.


En la calle Economía pusieron estos pedruscos para hacer un talud. De un palillo que quedó entre dos piedras, ha salido este magnífico sauce llorón, que pugna duramente, a cámara lenta, contra sus inanimados opresores.


Este posa para la foto como una modelo profesional. En el camino del pantano. El Regato.


Un olivo que se echa las manos a la cabeza. No parece disfrutar, a pesar de estar bien rodeado en el Jardín Botánico.


¡Y yo con estos pelos!, parece decir este formidable ejemplar de Gorostiza.


Al lado del Colegio este enorme árbol sufre el ruido de los que tienen prisa para llegar a El Regato, que parecen ser la mayoría.


Es evidente que merece estar en esta colección. El Regato.


Donde veis dos árboles, yo veo una portería. Aquí jugábamos al fútbol al salir de clase los viernes, saltando la puerta metálica verde que había (y si la saltaba yo era fácil).


Un olivo transplantado en el cruce de Miranda con La Bondad.


Me preguntaba qué sería de este ejemplar, que estaba en medio de la escalera proyectada de Eguskiagirre. La buena noticia es que lo transplantaron unos metros más arriba. ¡Bien esta vez por el Ayuntamiento!



Y hace cuarenta y siete años, transplantaron también un buen número de estos árboles de la foto de la izquierda (Avenida Miranda) en el borde del parque de San Eloy, donde quedan todavía algunos.


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