BARAKALDO D.C.
No, no me estoy refiriendo a que Barakaldo deba ser la capital de Euskadi al modo de que Washington lo es a los EE.UU (tampoco sería descabellado, que si lo es Vitoria, a la que no se puede llegar por mar, méritos tenemos como mínimo como ellos). Se trata de Barakaldo después del confinamiento, que queda metafóricamente representado en esta foto sacada a las 9 de esta misma tarde en Zaballa. De alguna manera me recuerda a aquella película de Charlton Heston, “El último hombre vivo”, donde el adalid de la Asociación del Rifle se paseaba con su coche por calles desiertas… hasta que empezaron a pasar cosas. Yo, que afortunadamente he llegado a casa sin novedad (lo que agradezco, pues no soy tan valiente como Charlton), tengo que decir, después de un sesudo análisis, que después de este envite que ya dura un año, ni hemos salido más fuertes ni hemos salido mejores como nos decían desde la tele. Seguimos siendo igual de egoístas o de generosos que lo éramos en febrero de 2020, lo que pasa es que se nos ha dado un plazo para demostrarlo. Lo que sí hemos descubierto es que lo que llamábamos vida normal era una vida muy interesante, donde, por ejemplo, tomar un café con un amigo ahora resulta ser una gozada. Con esto de ganancia, podemos darnos por contentos la mayoría, pues, en el lado contrario, el peaje que han pagado algunos nunca se les va a reembolsar.
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