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Mostrando entradas de mayo, 2021

DOS CAMPEONES DEL MUNDO DE FÓRMULA 1. JOCHEN RINDT (1970) Y JOHN SURTEES (1964)

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La paradoja es uno de los recursos que más motiva a escribientes y lectores, gustando especialmente a todo el gremio periodístico. En esta ocasión, he elegido, entre las pocas cosas que sé del mundillo del motor, algo que me llamó mucho la atención en su momento. De este hecho que cuento hoy me enteré unos años después de suceder, cuando tenía siete años, pues salía en un juego de preguntas y respuestas que me trajeron los Reyes. El señor de la foto, que recuerda inmediatamente al Conductor Enmascarado de Meteoro, fue, ni más ni menos, campeón del mundo de Fórmula 1 en el año 1970. En un campeonato mundial que constaba de trece pruebas, solo corrió nueve, pero ganó cinco de ellas, lo que es una gran marca. Y aquí viene lo paradójico, que es que él nunca supo que había sido campeón del mundo, ya que consiguió el título después de muerto. En los entrenamientos de la décima carrera, en Monza, el coche le falló con la peor de las consecuencias posibles para el conductor. Sus contrincantes

EL PINTOR FERNANDO SÁENZ PEDROSA

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A veces te das cuenta de que los medios de comunicación nos usurpan maravillas y, a cambio, nos dan morralla para consumo masivo e indigesto, que solo cobra valor cuando te logras deshacer de ella (y no digo dónde). He tenido que gastar más de medio siglo de vida para conocer, esta misma semana, a un pintor que es un auténtico maestro. Y aunque me gusta también el arte moderno, cuando pienso en un Barceló de marras, por ejemplo, veo que no le llega ni a la suela de los zapatos a este palentino del que voy a hablar sucintamente ahora: Fernando Sáenz Pedrosa. Nació el artista en 1947 en Palencia, tal como hemos dicho. Quizás sea eso parte del problema, pues si lo hubiese hecho en Madrid o en Barcelona, seguro que sería más conocido. Pero no es que se le conozca lo que me preocupa, sino que no conozcamos su obra, que resulta una auténtica exquisitez y nos la estábamos perdiendo. Me podrán decir que hablo por mí, y que igual es culpa mía. Puede. El campo, los ríos, el mar y una colección d

BLUE BIRD V. MALCOLM CAMPBELL. 1935

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Al otro lado de la acera, enfrente mismo de dónde nací, hay desde hace décadas una cafetería con el nombre de Blue Bird. Si a esto le sumas que cuando tenía cinco años, mi vecino Alberto me reveló que el coche más rápido del mundo era el Pájaro Azul, comprenderéis mi curiosidad al respecto de este vehículo. Pero resultó que no era uno, sino varios vehículos diferentes (dejando el misterio de la Trinidad en una versión de multiplicidad muy moderada). Este de la foto es el, a mi gusto, más bonito de los modelos de Bluebird de los que preparó Malcolm Campbell, su arriesgado conductor. Con él batió el récord del mundo de velocidad en las arenas de Daytona, aunque antes ya lo había hecho varias veces con otras versiones. No obstante, creía que el coche daba para más y cambió el arenal de Daytona por un desierto salado en Utah, donde consiguió su último récord terrestre, alcanzando las 300 millas por hora. Luego se dedicó, con éxito, a batir el récord de velocidad en agua, conservando el mis