BARAKALDO PINTURERO.
Se quejaba el bueno de don Antonio Machín, amable precursor del movimiento Woke, de que no se pintaban angelitos negros. En Barakaldo, durante décadas no tuvimos ángeles nada más que dentro de las iglesias y en el propio escudo municipal, pero de color negro íbamos más que servidos, abundando en sus paredes en forma de gruesa capa o ronchón de polvo industrial. No obstante, de un tiempo a esta parte, muchos de esos lienzos anodinos y feos se han empapado de todo tipo de gamas cromáticas de la mano de numerosos artistas. Hoy gozamos de una buena colección de murales que silenciosamente embellecen y alegran nuestro paisaje urbano, como prueban las siguientes fotografías.
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