VESTIGIOS DE UNA ÉPOCA INFAME

Me suele gustar poner cosas en tono de humor. Hoy no va a ser el caso, como veréis. Afortunadamente, ninguno de nosotros lo vivimos, pero a finales de enero de 1933 subió Hitler al poder, es decir, hace ochenta y nueve años justos. Y ese adjetivo, justo, no parece propio para calificar el régimen que aquel señor con bigote instauró. Pero es que uno de los aspectos más inquietantes de aquella locura que recordamos aquí, es que consiguió el poder democráticamente, en un país en el que cuando Beethoven era niño ya había educación obligatoria (aunque no sé si en todos los estados que luego conformaron Alemania). A la gente le dijeron lo que quería oír, se les dio trabajo, comodidades, vacaciones y se les lavo (o se dejaron lavar) el cerebro. Menos de dos meses después, en marzo, ya habían establecido el primer campo de concentración, Dachau, al lado mismo de Munich. A partir de ahí, empezó una terrible carrera que finalizaría con aquel disparo en la Cancillería mientras los rusos entraban en Berlin. Pongo unas fotos de 2008, de las vacaciones que hicimos por Alemania. En ellas se ven los vestigios de esta historia, recordándonos que aquello fue verdad y no una mala película en blanco y negro.

El Reichtag. Con su incendio buscaron la excusa para acabar con sus enemigos políticos. Ironías de la vida, el artesano que hizo esas letras (Al pueblo alemán) era judío y murió en un campo de concentración.

Los rusos dieron la puntilla a aquel régimen en una terrible batalla. Para conmemorarla, dejaron este monumento en Berlin. Lo curioso es que está en el antiguo Berlín occidental. Cuando lo vi por primera vez, en 1990, todavía lo cuidaban soldados rusos.

Fueron los más hábiles con la propaganda, en este caso usando el deporte. Campana de la Olimpiada del 36, con la cruz gamada.

De esto no hacían propaganda. Andén del campo de concentración de Buchenwald. Se llegaba, pero no se volvía.

Tribuna del Campo Zeppelin, en Nuremberg, desde la cual camelaba a las multitudes.

La sala 600 del Tribunal de Nuremberg. Si vais en viernes por la tarde, sábado o domingo, se puede visitar.

Vagón de tren de la época nazi en Leipzig. Coches, trenes, barcos,... todo para el pueblo (elegido).

Edificio de la Feria de Berlín. Lo dicho, no reparaban en gastos en publicidad y propaganda.

Metáfora de lo que finalmente consiguieron. Ráfaga de metralleta que aún perdura en un edificio.

Sinagoga de Berlín. No tardaron en conocer la vileza de aquel régimen. Otros parecieron no enterarse. Supongo que está reconstruida, pero no lo puedo asegurar.

Entrada de Buchenwald, muy cerca de Weimar, la ciudad de Goethe y Schiller. Poca poesía dentro.

Ministerio de Goering que se salvó de los bombardeos. Luego fue ministerio de la RDA. Sale en la película Walkiria, por cierto.


Y para acabar, el Memorial del Holocausto, construido encima de donde tenía Goebbels su sede (o su búnker, no recuerdo bien).



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