MISIÓN HUMANITARIA EN BURGOS
Unos se levantan pronto a preparar el desayuno. Otros están las horas del almuerzo sirviéndote mientras se pierden la película del comienzo de la tarde, o, lo que es peor, la retransmisión de la Milán-San Remo o la Paris-Roubaix, por ejemplo. Ni te cuento los que bien entrada la noche, en vez de estar con sus familias o amigos, están al quite para emplatar con gusto la comanda de la mesa doce. Como veis, personas muy necesitadas de que se les reconozca el esfuerzo que hacen mientras otros estamos ociosos. Por eso, para repartir una buena ración de reconocimiento, hemos montado este fin de semana una expedición a Burgos, ciudad a la que llevábamos tres años sin ir (por culpa del bicho, que si no...). Se ve que en esos tres años, hemos acumulado hambre suficiente y no hemos reparado en reconstituirnos como es debido. El objetivo no era incompatible con mantener los porcentajes vitales en sus justos valores, y, a pesar de la rica variedad de viandas que han ingresado en nuestro organismo,