EL ICEBERG DEL TITANIC Y VIOLET JESSOP.

La foto que ilustra esta entrada es, ni más ni menos, la del iceberg que provocó el hundimiento de aquel barco pomposamente calificado de insumergible. Obviamente hablamos del Titanic, la joya de la compañía marítima White Star Line, que no era tan único, pues tenía otros dos hermanos, el Olympic y el Britannic. La foto es evocadora: el bloque de hielo flotando y nada más. A más de uno esto le generará una desazón enorme y el sentimiento de un gran desperdicio, pensando en todos aquellos cubatas y gin tonics que se podrían haber hecho con ese mazacote helado, dejado tristemente a su suerte hasta que el sol diera buena cuenta de él.


La mayoría de los pasajeros y tripulación del barco de la White Star no tuvo buena estrella, pero algunas personas lograron zafarse del mal fario provocado por cruzarse en su camino un trozo de hielo y no un gato negro. Tal es el caso de la guapa Violet Jessop. Su flirteo evasivo con la mala suerte ya venía de antes, pues Violet se enroló en 1911 en el ya citado Olympic. Ese mismo año, y con ella entre la tripulación, el gemelo del Titanic sufrió una tremenda colisión con otro barco, el crucero de guerra Hawke, al que dejó sin morro y que perfectamente lo podía haber echado a pique. Pasado el susto, en 1912 se enroló como camarera en el Titanic y, sí, fue una de las que salvó el pellejo en un bote. Sin cambiar de compañía, lo que nos hace valorar sobremanera esa temeraria fidelidad, acabó en el Britannic. Ni siquiera el comienzo de la Primera Guerra Mundial la hizo dudar, y pasó a ser enfermera en el mismo barco, oficio que concluyó cuando una mina hundió al tercer hermano en aguas griegas. A estas alturas, sin que yo lo hubiera dicho, ya apostabais tres a uno a que se salvó otra vez. Ciertamente, la insumergible era ella y no aquellos pesados trastos. Su idilio con la mar lo continuó indirectamente, ya que se casó con un marino mercante, pero dicho matrimonio, huelga decirlo, estaba condenado también al naufragio. Me da que al marido no le contó todo, lo que se dice todo. Se separaron al de no mucho tiempo.

Después de unos años buscándole la boca a Neptuno en diversas rutas marinas Violet Jessop se retiró, para bien de la navegación mundial, y se dedicó a la jardinería, donde el mayor riesgo es que te pique una avispa o que te pinche una rosa. Habrá quien diga que también están los meteoritos, pero eso ya lo dejo para agoreros conspiranoicos. No es nuestro estilo.



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