Muchos ingleses acuden cada año a la provincia de Cádiz para disfrutar de
unas pacíficas vacaciones. El descanso, unas cervecitas en el chiringuito, los
baños en el mar y la libido subida por los rayos de sol andaluces, pueden ser
más que atractivos por muy de Chelsea que seas. Pero ni aún así su esencia se derrite
por el sol, y aunque su piel mute y se mimetice en su nuevo medio como si fuera
un gambón de la propia bahía gaditana, unos calcetines rayados con chanclas
servirán de prueba del algodón definitiva de su pedigrí británico, impreso en
su blancurria epidermis por siglos de brumas marineras o copiosas lluvias en la
campiña. Y si quieren más pruebas, sólo nos queda decir que no en vano a su
tierra se la denomina Albión. A esto lo llamo yo, blanco y en botella.
Pero, demos un salto en el tiempo -que no en el espacio-, y a muy pocas
millas náuticas de las playas de Conil o Vejer de la Frontera, en 1805, los
“britons” tatarabuelos de nuestros recocidos turistas (dicho sin doble
intención), no estaban para chiringuitos ni charangas, sino que se disponían a
hacer la guerra y no el amor cerca del cabo Trafalgar. El más famoso de ellos,
Nelson, alcanzó el Olimpo naval en el mismo momento en que una bala le
alcanzaba a él y se lo llevaba para el otro barrio. Dicen que salió de allí
conservado en un barril de brandy, que debe ser más efectivo para estos
menesteres que la cerveza sin alcohol. Como entonces no había mundiales, ni “champions”
que se le parecieran, al pueblo inglés le supo a gloria aquella victoria y
homenajeó como se merecía al bueno de Horatio, reflejando en multitud de
ocasiones su consideración. Una frase para la historia, “Inglaterra espera que
cada hombre cumpla con su deber”, y un buen montón de estatuas y recordatorios
han quedado de legado del marino, alguno de los cuales muestro a continuación
en fotografías propias.
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Londres. Nuestro primer encuentro con Horatio fue en Trafalgar Square, pero estaba tan alto que ni se le distingue. |
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El nombre de Trafalgar ha sido usado para los más diversos lugares. Londres. |
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En Greenwich, Patrimonio de la Humanidad, hay un pub al lado del Támesis que recomiendo por su belleza, el Trafalgar Tavern. Fuera está esta estatua de Nelson, que parece bien armado, por cierto... |
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Vista de la Trafalgar Tavern, donde también se puede dormir. Decid que vais de mi parte si aparecéis por allí (lo que recomiendo). |
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Estamos en Brighton. Este pub tiene el nombre del barco de Nelson. |
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Doscientos años de pub para recordar aquella redundante victoria del Victory. |
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Cigarros Nelson. Peor son las balas, diría Sir Horatio. |
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Pues la sorpresa fue que en esa habitación (la 12) durmió Nelson hace más de doscientos años. Yo dormí en la 9. Salisbury. |
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El hotel por fuera. Mi ventana fue la del centro de la primera planta. La de Nelson era totalmente interior (pero más grande). |
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En Old Portsmouth se le recuerda con una estatua. Se ahorraron el bronce del brazo que perdió en Tenerife. |
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Ancla del Victory en Portsmouth. De ahí mismo sale el hovercraft para la isla de Wight. |
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Y llegamos a lo gordo. No por otra cosa que este barco fuimos a Portsmouth. Oficialmente está en activo y se puede visitar en su integridad. |
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El despacho de Nelson, que era Vicealmirante, en el Victory. |
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Un buen lugar para idear estrategias navales si eres vicealmirante. |
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La cama de Nelson, que estaba fuera de su despacho, en el pasillo. Veis que en un navío de línea se aprovechaba todo para poner un cañón. |
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Y, como suponía, tenían marcado en el suelo el punto exacto en que cayó Nelson en la batalla de Trafalgar. |
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Cuando le llevaron a Inglaterra le desembarcaron en Cornualles y le llevaron en postas hasta Londres. Aquí se recuerda el paso de la comitiva en Salisbury. |
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Con esta estatua se le recuerda en la catedral de San Pablo. Londres. |
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Y en la cripta de San Pablo, entre otras fundamentales celebridades inglesas, tiene reposo eterno. Lógicamente, aquí acabamos. Nótese que la corona es de la propia Royal Navy. |
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