LA HUELLA DE AHV

Dicen que “Altosornos”, dicho así de corrido, llegó a contar con más de catorce mil trabajadores, gran parte de nuestro pueblo. Y es que, la que en su tiempo fue la primera industria nacional, tuvo ubicada su sede en la calle El Carmen. Aunque en el final de su historia la actividad industrial quedó radicada principalmente en el municipio hermano de Sestao, en Barakaldo dejó una enorme traza que aún se mantiene en forma de colegios, instalaciones deportivas, pantanos o viviendas. Es más, diría que hay más de la huella civil que de la industrial propiamente dicha, que ha sido maltratada sin descanso por las distintas autoridades públicas. A nivel personal, más allá del sueldo que todos los meses llenaba hasta rebosar nuestras arcas (aunque la frase es falsa, quería usar el verbo rebosar), diré que me gestaron en San José Artesano, actual Primero de Mayo, en un piso de alquiler de los que AHV facilitaba a sus trabajadores. Luego nos lo vendieron en la época de Boada. Mi padre había entrado como aprendiz en 1952, con diecisiete años. No podía todavía ni votar. De hecho, tuvo que esperar otros veinticinco años para hacerlo en condiciones cuando Paco el Ferrolano dejó de roncar por las noches. En casa, a la hora de comer o de cenar, se oían en la mesa muchas de las vicisitudes de Altos Hornos, pasadas por el tamiz de los ojos de mi padre. Lo mismo comías unos macarrones oyendo hablar de una turbosoplante que iban a instalar (que costó un dineral), que mientras degustabas unas albóndigas te enterabas con desconsuelo de que iban a derribar el ”blooming slabbing” dicho, eso sí, en inglés de Arteagabeitia. Por no hablar de cuando interrumpías inquieto la ingestión del plátano que hacía de postre hasta saber de primera mano que se habían solucionado los problemas de la reconstrucción del “María Ángeles”, que yo me imaginaba una chica y resultó ser la mujer de un ministro. Cómo no evocar el orgullo con el que recibimos en casa la concesión del premio “Mercurio de Oro”, que lucía lustroso el presidente Villar Mir (sí, el mismo que quiso ser presidente del Real Madrid y ganó “nosecuantos” millones vendiendo el solar de Sefanitro). Bueno, he exagerado un poco, no en lo de los millones, sino en lo del orgullo, que creo que fui el único de toda la familia que con mis, calculo, siete u ocho años le dio importancia a aquel galardón.

Del extranjero no solo llegaban buenas noticias, pues aquel famoso informe Kawasaki, que tampoco resultó ser la moto que yo pensaba, podía amargar el cumpleaños de cualquiera sugiriendo el desmantelamiento virtual de la empresa. A mí no me engañó, no, pues los japoneses siempre habían sido los malos en las películas de guerra y tenían todas las de perder al no tener en sus filas a Henry Fonda o John Wayne.

Leído todo lo anterior, tampoco os extrañaréis de que echara uno de los primeros currículos a AHV, aludiendo a mi condición de hijo y nieto de trabajadores de la misma. Ni me contestaron. Con tamaño error, no me sorprendió que cerraran a los pocos años, contradiciendo de paso uno de los últimos lemas que recuerdo haber leído en aquel boletín llamado “Acero Vizcaya”: La calidad asegura el futuro.

Para ilustrar lo dicho, pongo unas cuantas fotos hechas por mí de cosas relacionadas con Altos Hornos de Vizcaya que aún se mantienen por aquí.


La Ciudad Deportiva de San Vicente, un lujo para los obreros de hace sesenta años.

El Ilgner. Poco más nos ha quedado de la parte industrial. Las zapatas de este edificio las diseñó Peña Boeuf, el mismo que diseñó los mutilones de las carreteras nacionales y fue el virtual padre de RENFE.


El pantano de El Regato suministraba agua a la empresa. AHV era un monstruo que tenía mucha sed. Afortunadamente no tomaba gin tonics.

Esto es el museo de la Minería de Gallarta. Pero los carteles son de AHV y creo que la locomotora, también.

Colegio Nuestra Señora de El Pîlar (el colegio "de las monjas" de toda la vida). Hecho para las hijas de los empleados y obreros de AHV.

Emblema de la empresa en el colegio de El Pilar.

Viga de la estación de Barakaldo hecha en AHV en 1967. Ahora la han pintado de blanco.

Verja del Colegio de Los Hermanos. Lo que queda de una gran obra gracias a la ineptitud de nuestro ayuntamiento.

Grupo Restituto de Goyoaga. Viviendas de AHV. De pequeño yo creía que Restituto era algo así como instituto. Y no, no era. Mis abuelos fueron los primeros en vivir allí. No tenían ni luz cuando fueron.

Relojes de frecuencia, tensión y coseno de "fi" del Ilgner. Barakaldo entonces era el primer consumidor de electricidad de toda la provincia..

Nave de la Orconera, Lutxana, que también fue propiedad de AHV. ¿Embrión del Museo de la Industria de Euskadi? Seguro que al final nos lo birlan (y aún así, contentos con que lo hagan).

Las oficinas de AHV en una foto de 2004.

San José Artesano (hoy, Primero de Mayo). Viviendas de AHV. Allí viví ocho años. Mis padres, nueve.

Esta línea eléctrica en Gorostiza sigue con el cartel de AHV más de un cuarto de siglo después.

Acabo con esta foto que hice en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Con ella sólo recuerdo que hay muchos edificios e instalaciones hechos con vigas de AHV. Ahí tenemos la estación de Abando, por ejemplo.




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