REFLEJOS DE BARAKALDO EN GALICIA

Alguna vez leí que a Barakaldo se le había llamado la octava ciudad gallega (detrás de las capitales, de Vigo y de Ferrol). Y es que, aunque hasta hace poco no hubiera autopista que lo facilitara, miles de gallegos han llegado desde el oeste a poblar nuestras calles desde hace más de un siglo. No en vano tenemos el segundo Centro Gallego más antiguo del Mundo y el primero de Europa. Se preguntarán, quienes no me conozcan, si tengo antecedentes gallegos y me puede la morriña. Pues no, salvo que los centenares platos de pulpo “a feira” que he dejado casi sin necesidad de meterlos en el lavavajillas, me otorguen la condición de gallego preadoptivo. Todo esto viene a colación porque este año hicimos las vacaciones por tierras galaicas. Al principio casi no me di cuenta, pero luego fui consciente de que mirara a donde mirara, sentía que estaba como en casa (a pesar de haber estado en Galicia sólo tres veces desde 1985). Ha podido ayudar a ello el que desde mi habitación se oyera perfectamente todos los 25 de julio la música de las Fiestas de Santiago Apóstol y que ese día soliéramos despertarnos con los cohetes que a modo de gallo pirotécnico rasgaban con estruendo la tranquilidad de la jornada patronal. Pero como las cosas hay que demostrarlas, a continuación van unas fotos hechas por mí, tanto de Galicia como de Barakaldo, en la que se ven enormes paralelismos en cosas no precisamente menores. Juzguen ustedes.


En Barakaldo tuvimos la Rana, que era un paraboloide hiperbólico. En la foto de abajo, que no hice yo pues no había nacido, se ve cuando lo estaban construyendo. En Vigo, en cambio, no han tirado el paraboloide que luce en una avenida.

El Hospital de Cruces, uno de los orgullos de Barakaldo, confrontado con su hermano el Hospital General de Vigo, obras ambas del arquitecto bilbaíno Martín José Marcide.

En la foto de abajo, aparece otro emblema de Barakaldo, el puente de Alzola, del año 1888, declarado monumento hace unos años. En la de arriba, vemos el puente de Tuy, que si no es primo, al menos es coetáneo, pues es de 1886. Lo que nadie negará es su parecido, espero.

Paseando por Cambados, cuna gloriosa del albariño, descubro una placa en la casa natal de don Ramón Cabanillas, gran poeta de las letras gallegas que vivió en nuestro Paseo de los Fueros, donde lo recordaba otra placa que desconozco dónde está ahora y de la que he logrado encontrar la imagen superior.

Finalmente, hablando de orgullos, me topo en Vigo con un recordatorio de la primera vuelta al mundo, en la que, además de Juan de Zubileta, iban dos gallegos, uno de los cuales se llamaba Vasco Gómez Gallego, dando carta de naturaleza definitiva a mi tesis con su propio nombre.


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