EXPEDICIÓN TXIMIST AL EVEREST DETRÁS DEL ESCAPARATE.
Las sorpresas positivas alegran la vida. Solo hay que ver la felicidad de los niños, que tienen todo por aprender, y cómo se emocionan cuando descubren el funcionamiento de algún mecanismo o encuentran inesperadamente algo que resulta de su interés, por poner un par de ejemplos. Para ellos casi todo es sorpresa y por eso viven con tanta propensión a estar contentos. Pues resulta que esta semana me he sentido como uno de esos niños, aunque ya no cuele mi cara como la de un tierno infante. Una tarde, después del trabajo, dimos una breve vuelta por Bilbao para ver la iluminación navideña, antes de que el precio del kilovatio hora la convierta cualquier día en parte nostálgica del pasado. No soy persona de mirar escaparates, pero hete aquí que me fijé en uno en el que veo parte de un equipo de alta montaña. Me acerco y resulta que, dando un salto en mi mente de más de cuarenta años, salen de mi corteza cerebral y en este orden las palabras ”expedición”, “Tximist” y “Everest”, pronunciada